“Un amigo por una tripa (crónicas alternas de las tierras altas).”Cerdo asado, pollo horneado, pate de hígado de pato, frutas frescas y secas, costillas, carne en vara; caldo de gallina, mondongo, vinos y cerveza, además de los frijoles antioqueños, exótico plato traído de la frontera al suroeste de las tierras altas. Esto era solo una pequeña muestra. Nada se escatimo en la celebración y festín que el pueblo de Calles Brillantes le brindo a sus salvadores, a la partida de héroes que, sin pedir nada a salvo, a pesar de la quejas profusas de Chorus y de Malicio, les libro de la banda de Orcos que tenían sometida a la comunidad de este pueblo. Arturo, el paladín, solo saboreo algunos trozos de carne; Inocentus, por su naturaleza religiosa, de apetito siempre frugal, consumió algunas frutas y unos cuantos sorbos de cerveza, a diferencia de Malicio, el poderoso hechicero y su hermano gemelo, quien se alimento de las carnes rojas que encontró a su disposición. Chorus probo de todo un poco.
Barba Sucia, el enano guerrero, y como ya era su costumbre, se alimento de todo aquello que se atravesó en su vista, pero en especial, se dio un banquete con los frijoles, plato extraño que no había consumido con anterioridad, y del que se encargo, con desmedida diligencia, de eliminar de esta existencia.
-Este pingo enano no tiene tamaño ni cuerpo para todo lo que se devora!, pensó con alegría el paladín. Y entre cantos, anécdotas y risas, transcurrió la noche de la celebración, hasta que fueron sustituidos por abrazos y bostezos de despedida.
Ya los gallos despedían con su canto a la madrugada, y daban inicio a la jornada matinal, dando con ello inicio a la marcha de los héroes, entre vítores y aplausos, dejando tras de si a una comunidad tranquila. Transcurridas varias horas de marcha la partida fue sorprendida. Una banda de Orcos renegados les sorprendió en la campiña, dando inicio a un tenaz encuentro.
El metal incandescente de espadas y manguales, de mazas y martillos, de hachas y alabardas, con sus voces metalicas discutían enérgicamente, entre salpicones de sangre y tejidos. El largo cabello negro de Malicio , erizado hasta la raíz, advertía del inminente lanzamiento de un golpe de rayo, mientras Inocentus causaba confusión entre el enemigo. La espada relampagueante de Arturo era blandida con certera destreza , y Chorus hendía sus afiladas dagas por la espalda de cuanto Orco podía.
-Que Buena batalla!-pensó con orgullo el paladín-La justicia y el orden serán reivindicados!.
Y fue entonces cuando ocurrió.
Un enorme estruendo se extendió por el campo de batalla, silenciándolo todo a su paso. Orcos y Humanos detuvieron sus acciones, y por segundos, asombrados ante la magnitud del sonido, se paralizaron a tratar de hallar de donde se originaba. En ese momento volvieron a ser sorprendidos. Una poderosa pestilencia y hediondez los arropo.
-Que poderosa magia es esta- se dijo Malicio- ni mi nube hedionda tiene tal poder-pensó, mientras los colores del arco iris desfilaban por su rostro antes de sucumbir al olor.
-Dioses Proteged..... la frase murió en boca del clérigo cuando este perdió el conocimiento.
-Eso es Chorus! Acabad con todos ellos! Haz Valer La justicia!- Grito con un mano enguantada que apretaba con fuerza su nariz, el Joven paladín al ver como el ladrón corría tras de un grupo de Orcos, sin saber que al igual que los supuestos perseguidos, corria solo por huir de aquel lugar. -Un momento! Algo extraño ocurre aquí!(reflexiono Arturo al no observar que su grupo no estaba completo), Será que esta magia desapareció al enano?, se pregunto, y marchando entre vómitos y humanos y orcos desmayados, empezó a buscarlo, búsqueda que solo le tomo unos cuantos segundos y unas cuantas nauseas.-Barba Sucia! Barba Sucia! - su resistencia natural al envenenamiento empezaba a ceder y el enano no aparecía – Barba Sucia!, volvió a gritar, cuando a su derecha observo un movimiento en un matorral- Que Fuerza oscura se oculta ahí-pensó- Salid de vuestro escondrijo ser del mal o saboreareis mi espada relampagueante!- grito en una sonora amenaza. Sus Ojos no daban cabida a lo que observo: era Barba Sucia, quien salió detrás del matorral con una expresión de felicidad y paz en su rostro, con una sonrisa de placido disfrute que surcaba todo su rostro. En una mano sostenía algunas hojas de papel, y con la otra se subía sus cortos pantalones, ahora situados a nivel de sus rodillas. Fue entonces que comprendió el Justiciero el origen de la poderosa “magia“ que los había sometido.
-Esos Frijoles! , hablo con su voz profunda el enano, aunque exquisitos, son un poco peligrosos!, Je! Je!; Pero que querías, hombre?- replico el enano al ver los ojos del Paladín chispeando fuego- Que se me rompiera una tripa?, Ya lo dice la sabiduría popular: !preferible perder a un amigo que a una tripa...
Cuentan los juglares y bardos que observaron días mas tarde la escena, que nunca antes un enano había corrido tanto y tan rápido al ser perseguido por una banda de humanos.
Angel García